No hay ninguna duda de que una mala elección del nombre puede ser la razón del fracaso de un buen producto o una empresa. Son tantos los casos que se han podido estudiar que negarlo es una pérdida de tiempo. La importancia del naming está fuera de toda duda.
En ocasiones, son tantos los aspectos que tenemos que vigilar o en los que trabajar que se deja un poco de lado escoger una denominación para nuestro lanzamiento. Estudios de marcado, elección de la forma jurídica, análisis de la competencia, análisis de público objetivo… Pero, ¿qué ocurre con el nombre?
Puede que elegir una denominación no sea el punto más importante a la hora de formar un negocio, pero sí que es cierto que una mala elección del nombre puede arruinarlo completamente, tirar por el traste el duro de trabajo de meses o incluso años.
Si no tienes claro este asunto, es posible que nunca vayas a conseguir ofrecerte la mejor atención a tus clientes. Debes ser consciente que un correcto naming es la mejor forma de iniciar una provechosa relación con los clientes. Es el primer paso para conseguir una futura venta u objetivo.
Así, uno de los primeros puntos en los que me fijo a la hora de asesorar a empresas y evitar una mala elección del nombre es en la cultura de los países en los que se va a llevar a cabo la actividad. No hay peor error que una denominación cuente con mala recepción por no haber investigado en profundidad todas las connotaciones que tiene.
En este sentido, el naming siempre ha de ser pensado y planificado. Jamás nos deberemos quedar con el primero que se venga a la cabeza por pereza o porque nos parezca gracioso. En ocasiones podremos apostar por denominaciones descriptivas del producto y en otras podremos jugar con la imaginación.
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